“OS DARÉ PASTORES DE MI PROPIO CORAZÓN” (JER. 3:15).
EN ESTAS PALABRAS DEL PROFETA JEREMÍAS, DIOS PROMETE A SU PUEBLO QUE NUNCA LOS DEJARÁ SIN PASTORES QUE LOS JUNTEN Y LOS GUÍEN.
Ordenaciones 2020
El Orden Sacerdotal es el sacramento mediante el cual la misión confiada por Cristo a sus apóstoles se sigue ejerciendo en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: por lo tanto, es el Sacramento del Ministerio Apostólico. Este incluye tres grados: episcopado (obispos), presbiterio (sacerdocio) y diaconado. Cada uno de estos grados de el Orden Sacerdotal se recibe del Obispo en el momento de la ordenación.
La ordenación es el acto sacramental que integra a un hombre en la orden de obispos, presbíteros o diáconos. La imposición de manos del obispo sobre el candidato constituye el signo visible de esta ordenación.
Este sacramento confiere un don del Espíritu Santo que permite el ejercicio de un poder sagrado, que proviene únicamente del mismo Cristo a través de su Iglesia. La ordenación también se llama consagración, especialmente para el orden de los obispos, porque es un apartamiento y una investidura del mismo Cristo para su Iglesia.
Para recibir el sacramento del Orden Sacerdotal, un hombre bautizado tiene que ser llamado por Dios. Quien crea reconocer los signos del llamado de Dios al ministerio ordenado debe someter humildemente su deseo a la Iglesia, que tiene la responsabilidad y el derecho de llamar a alguien para recibir las órdenes. Como toda gracia, este sacramento sólo puede recibirse como un don inmerecido. Como se trata de un movimiento interior del Espíritu en el candidato, tanto él como la Iglesia deben discernir si ha recibido el don de la vocación al sacerdocio. Las acciones del candidato, su vida de oración y su obediencia a la autoridad, su amor a la Iglesia y su asentimiento a las enseñanzas Católicas, sin embargo, manifiestan objetivamente la existencia genuina de este movimiento interior. Por lo tanto, la Iglesia pide al candidato que pase por un período de espiritualidad, pastoral,humana y académica que generalmente se desarrolla en un seminario o una casa de formación para que él y su Obispo puedan determinar la existencia de una vocación legítima al sacerdocio.